Sedujo anoche en el Orfeo con su cóctel de simpatía y humildad, muchísimo baile y baladas híper románticas.
Chayanne podría ser considerado un atleta del pop latino romántico. Ya en la segunda canción del concierto que anoche dio en el Orfeo, se quitaba el sudor de la frente y su camisa estaba pegada en su espalda como si fuese una camiseta de fútbol después de 90 minutos de partido.Y de entrada queda claro que el boricua no sabe de términos medios. El show empieza con Provocame (que levante la mano el que no la bailó al menos en una fiesta de casamiento), y más que un golpe de efecto es de nocaut. Los gritos se multiplican de forma histérica, dejan en ridículo al sistema de sonido,y para colmo, el ídolo los devuelve con esa sonrisa de publicidad de pasta dental que no hace más que enloquecer a sus chicas.
Las baladas son de esos lentos mortales en los que él pone cara de macho mirando al horizonte, y en las canciones movidas baila hasta mojar la camiseta.
Sus fans, mientras, disfrutan del ritual repitiendo esas escenas de nerviosismo más propias de adolescentes que de mujeres adultas. A ninguna le importa. Todas se han puesto lo mejor de su vestuario, como si albergaran la secreta esperanza de que un encuentro cara a cara con el ídolo fuera posible. El show (que tuvo entradas a precios elevados, con el ticket más barato a 275 pesos) es básicamente el mismo que Chayanne trajo a este mismo escenario el año pasado. La puesta en escena es importante, con dos pantallas gigantes a los costados y varias de led al fondo, pero está un escaloncito más abajo de la que suelen usar algunos de sus “rivales” (como Ricky Martin, que estuvo sólo una semana atrás en el mismo lugar).
El esquema del concierto parece ir de dos en dos: dos canciones al palo para bailar, dos baladas para apretujar los corazones. Después de Lola, el segundo tema, saluda en la intro de Un siglo sin tí. “Hola Córdoba, gracias por estar aquí. ¡Hacía un año que no le veía las caritas! La gira había terminado en junio, pero me llamaron para venir a Argentina y dije allá voy. Esto se hace con mucho cariño, así que esta noche pueden hacer de nosotros lo que quieran”, dice poniendo cara de pícaro.
Si no estás, uno de los cortes de su último disco, antecede a un clásico con coreo sexy como Caprichosa, y ahí lucen sus bailarines, pieza clave en su show.
Son cuatro chicos (iguales entre sí, parecen uno) y cuatro chicas de curvas infartantes. Sus pasos están cronometrados, y el cantante se suma poniéndose a su par en varios tramos del espectáculo. Con 42 años, hay que decir que Chayanne se mantiene como un pibe.
La lista sigue con lentos (Y tu te vas, Siento) y enganchaditos al palo (Guajira, Palo Bonito, Fiesta americana), mientras las ultra fanáticas de la primera fila le ofrecen pelea cuerpo a cuerpo a los guardias pero se suelen llevar el premio: rozar la mano de la estrella, regalarle una rosa, un osito de peluche o una bandera.
Antes de Si nos quedara poco tiempo, repite el consejo que dio el año pasado (y pregunta quién lo cumplió), eso de hacerse el tiempo para disfrutar la vida con los seres queridos, “comiendo un asado, tomando un té, o un vaso de agua, y no correr detrás del trabajo”. Mientras, ya había empapado por completo la segunda camisa de la noche (la primera gris, la segunda blanca).
Dejaría todo sale en plan de karaoke para que canten las chicas y Salomé pone el Orfeo a tope revoluciones, con los bailarines lookeados a lo Michael Jackson.
Besos en la boca, Tiempo de vals (con una afortunada a la que la hace subir al escenario,y le canta al oído), Me enamoré de ti y Torero completarían los bises de otra noche más en la que el ritual se volvió a cumplir al pie del guión. Exactamente como ellas quieren.
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Team Chayanne_NHI